La mochila que más recuerdo era una Saxoline de color negro sin muchas pretensiones que me dieron en tercero básico cuando entre a mi nuevo Colegio, el primer día con ella fue tanto para ella como para mí una prueba de resistencia, en mi anterior colegio se usaba traer todos los materiales a clases el primer día y así los íbamos ocupando, pero en el nuevo colegio se entregaba una gran lista de útiles escolares y bueno se suponía que había que traerlos cuando se fueran pidiendo, el tema es que mi mama no lo sabía y me hizo cargar todo en la mochila Entré al colegio haciendo equilibro, mi primer día y me toco hacer el ridículo junto con mi mochila.
Esa mochila estuvo conmigo hasta que salí de la universidad, creo que es la cosa material con la cual he logrado mayor afinidad, nunca quise cambiarla, salvo cuando estuve en sexto y me regalaron una nueva, pero que se la robaron a los dos días de que la lleve al colegio, en fin, así mi mochila negra que sólo tenia un bolsillo afuera estuvo conmigo en todo momento, y en cierto modo pasó a ser algo distintivo en mí, pues siempre andaba con ella y la dejaba en cualquier parte, nunca me importaba si estaba en el suelo o se ensuciaba y lo que siempre me llamó la atención, es porqué nunca se pasaba de agua cuando llovía si ya estaba traslúcida de tanto uso.
Ahora uso un maletín, y tengo otras mochilas, pero son algo intermitente en mi vida, a veces los uso y otras veces no, pero la mochila negra jamás dejó de estar conmigo, su final fue el de todos, mi mama me la botó cuando estaba de viaje, porque para qué quería algo tan viejo y que estaba tan feo, al final tuvo un final de muchos seres humanos, en todo caso el peor final sin una digna despedida...
Daniel Ricardi (29), Santiago – Chile.
martes, 12 de junio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario